La verdad es que soñamos con tener a alguien que nos acompañe hasta el final de nuestro viaje,
y nos acelera la ilusión cuando se nos presenta la oportunidad personificada,alguien que nos hace sentir como el bambú al viento, que nos eleva, y que volátiles nos dejamos llevar en un sinsaber tan incierto como apasionado y aventurero...
Nuestro error es que no medimos la cantidad, y derrochamos demasiada energía amorosa en el intento de cosernos a ese alguien que cambia tan descaradamente nuestra vida; y que apostamos muy alto por esa afinidad de sentimientos...
Nos entregamos mucho en cuerpo, pero mas en alma..., vamos tricotando momentos felices, en los cuales, sin quererlo encontramos fallos,y los intentamos arreglar, deshaciendo y volviendo a tricotar, esta vez sin cometerlos....; nos olvidamos de que a lo mejor no somos nosotras quien hace mal la labor, es que quizás el hilo no era lo suficientemente fuerte para tal fin....
Pero nos echamos toda la culpa, y todo, porque esperamos lo mismo que ofrecemos, porque nos conformamos con lo que nos dan, y nos olvidamos de lo que en realidad importa, que es que la confianza no siempre esta presente, y que la valoración de nuestra entrega fiel se hace ausente...
Entonces empezamos a darnos cuenta hipotéticamente de que la decepción se adueña de nuestro ser, que nuestra mirada pierde luz, ....que nuestro corazón se retuerce de dolor, ahogándonos..., y, que nuestra mente, nos transporta al estado agónico de la soledad. Otra vez la soledad nos acompaña...
Nos hacemos vulnerables a toda vivencia pasada, perdidas en un presente desolado, y sin carga ilusoria para el futuro...,
Sentimos una sensación extraña que se nos hace conocida,... es pena, una gran pena por tanto amor desangelado.
Quizás... o seguramente..., algún día aparece, quién nos susurre la motivación para volver a
Y..., mientras llegue, no hay que quedarse a mirar por la ventana, hay que coger la puerta, y salir, porque no sabemos dónde puede aparecer lo que andamos buscando...
Os quiero mis guajillas....